Todos hemos leído, oído o visto, tanto en la TV como en libros, películas y lo que es peor, en las noticias, alguna revolución. La más famosa de todas, que marcó un antes y un después en las sociedades modernas, fue La Revolución Francesa.
Después han venido muchas otras, La Revolución Rusa, La Mejicana, La Cubana, etc. Incluso podríamos considerar el ascenso al poder de Adolf Hitler y del Fascismo como fruto de una revolución.
Mucho más recientemente, las revoluciones en El Mundo Árabe han traído de nuevo a nuestras mentes la imagen del Caos y la desolación; de la guerra y de las víctimas inocentes. Y todo esto ¿por qué sucede?
La verdad es que aunque a priori puede parecer algo muy complejo tanto de explicar como de comprender, es mucho más sencillo de lo que parece. Las revoluciones son el efecto de una causa: El hambre y la necesidad. Todas las revoluciones tienen en común el descontento del Pueblo. Descontento propiciado y únicamente achacable a sus gobernantes.
Cuando la necesidad de recursos es tan grande que ya no queda nada que perder; cuando el descontento de las gentes, al ver como sus gobernantes engordan mientras ellos pasan necesidades, se hace insostenible, estalla en forma de revueltas, revueltas que de no ser tenidas en cuenta, en forma de atención a esas demandas, desencadenará inevitablemente La Revolución.
“La Revolución surge del hambre y la necesidad”
Mucha gente dice, sobre todo esos presuntos expertos, que la mayoría de pueblos que se han alzado contra sus dirigentes, lo hacen por la libertad, y si bien esto puede parecer cierto en un principio, no es la causa real de tal situación.
Si todos y cada uno de los ciudadanos, cuentan con los recursos económicos, educativos, sanitarios y sociales suficientes para desarrollar una vida digna, es muy difícil que la mecha de la revolución prenda.
Si los ciudadanos cuentan con dinero suficiente para vivir bien, nadie querrá acabar en una trinchera y perder todo aquello que ama. Solo en los casos más graves de represión si produciría un levantamiento popular.
Todo esto que digo es solo para hacer pensar a los que gobiernan en que, por ejemplo: ¿No hubiera sido mejor atender las demandas de los ciudadanos sirios que tener un país destrozado donde cada día mueren muchas personas y donde su líder debe estar pensando constantemente en que puede ser su último día de vida?
El Pueblo Sirio, al igual que el Egipcio y muchos otros, se alzó contra sus dirigentes al ver que millones de personas vivían en la miseria, mientras que sus gobernantes, la casta de los políticos, militares y caciques, engordaban sus cuerpos tanto como sus cuentas en Suiza; vivían en palacios rodeados de opulencia. Para ilustrar el ejemplo, en Egipto, viven millones de personas de ¡la basura! Viven en la Ciudad de Los Muertos (si a eso se le puede llamar vivir).
En Siria, mientras los hijos de los ricos acudían a colegios privilegiados, con un coste de miles de euros por curso. Los amigos del régimen y sus secuaces tenían el último BMW y ropa de lujo, muchos de los ciudadanos no tienen suficiente para comer, viven en infracondiciones y luchan cada día por poder sobrevivir.
Esto mismo ocurre en países como Nigeria, La República del Congo y muchos otros, y por esa razón se encuentran constantemente azotados por las guerras civiles, tribales y los levantamientos. Paises que disponen de muchos recursos, pero cuyos “líderes” son corruptos e ineptos; líderes que solo piensan en ellos mismos.
El claro ejemplo de que los levantamientos, las guerras civiles y las revoluciones se alimentan de la injusticia y la desigualdad; de la falta de recursos de la mayoría de la población, lo tenemos en Catar.
Catar es un emirato árabe, allí no existe la democracia (o eso que nuestros políticos llaman democracia) pero sin embargo no ha habido levantamientos, protestas o revueltas. ¿Por qué? Pues muy sencillo:
Tan solo por el mero hecho de ser ciudadano Catarí, cada persona recibe, desde que nace, hasta que muere unos 2.000€ mensuales. Cuando quiere contraer matrimonio, el estado le proporciona el terreno y los recursos necesarios para construir su vivienda, una vivienda digna.
La educación es gratuita, y si quieres estudiar fuera, el estado te garantiza los recursos para así hacerlo.
La sanidad es gratuita y de buena calidad, todo costeado por el estado (gobierno).
La “libertad” de poder votar, no existe, pero ¿quién necesita votar al malo o al menos malo, para que tu poder adquisitivo disminuya, tu vida se convierta en una auténtica búsqueda de la supervivencia? ¿Quién?
Yo particularmente, prefiero un gobierno elegido por sufragio universal, pero un gobierno que atienda las demandas de los ciudadanos; un gobierno que no permita que haya millones de personas al borde de la indigencia; un gobierno que no te quiera quitar la sanidad pública; un gobierno que piense que todos los ciudadanos, independientemente de su edad, necesitan estar formados; que es mejor tener ciudadanos con un buen poder adquisitivo, que bancos con grandes dividendos.
La Receta para Evitar la Revolución
Esta receta es muy sencilla:
Salario social justo; un salario que te permita cubrir todas las necesidades básicas y sobre algo para ocio.
Formación continua y obligatoria para todos y cada uno de los ciudadanos, con evaluación continua, no para aprobar, si no para saber si aprendes y o mejoras tus conocimientos.
Una Sanidad de calidad y universal, en la que no tengas que esperar 2 años, si 2 años!, para poderte hacer una ecografía.
Control de la especulación de todos los productos, inmuebles y muebles. Ya está bien de tanto especulador que se hace rico a costa de la desgracia de muchos. Fijar precios máximos autorizados es una práctica sana y justa para evitar abusos. Es devastador saber que en muchos países existen millones de viviendas vacías, mientras hay millones de personas que no pueden tener un lugar donde vivir.
Fomentar la creación de empresas, mediante microcréditos y asesoramiento. Microcréditos solidarios, no de esos en los que para prestarte 1.000€ tienes que tener 10.000€.
Apostar por las energías renovables, tanto para los medios de transporte como para las edificaciones. De ahí lo de formación continua y obligatoria.
Agricultura y ganadería sostenible, donde se aprenda de verdad, sobre el uso del agua y de la tierra, que este planeta es nuestro hogar y como tal debemos cuidarlo (y aunque no lo fuera también deberíamos cuidarlo)
Puede que se me quede algo en el tintero, bueno en el teclado 😉 pero creo que con eso bastaría para convertir España en un Gran País y no en una cueva de forajidos, de políticos payasos y corruptos y de banqueros y terratenientes.
Con estas medidas tendremos una sociedad justa, a la población contenta, eficaz y productiva; una población culta, que no sea engañada por banqueros ni políticos y una sociedad que prefiere vivir en paz y desarrollarse que tener que luchar por cada trozo de pan.