Antes de los ataques por parte de la OTAN (NATO) y los mercenarios de Qatar, llamados «rebeldes», Sirte era una hermosa ciudad de 75.000 habitantes; una de las ciudades más bellas y cuidadas de Libia, ahora no hay ni una sola casa habitable, ni un comercio ni gente.
Los pocos que han ido regresando después de que cesaran los ataques han visto como sus casas habían desaparecido y exigen que se les de soluciones, como ya dije, no quieren saber ni de política ni de manipulaciones lo único que desean, como la mayor parte nosotros, es tener una vida digna. Ahora se encuentran con un panorama desolador, don todo está por reconstruirse.
Muchos de ellos huyeron por miedo a los asesinatos que iban cometiendo los «rebeldes», asesinatos que se han demostrado reales a pesar de que muchos negaban tales actos contra la humanidad. Se encontraron más de 50 cadaveres en un hospital con un tiro en la cabeza, seres humanos ajusticiados (si se puede decir así pues no hubo justicia alguna en ello) tan solo por no unirse a las hordas de salvajes mercenarios.
El tiempo, como siempre, dará la razón a todos los que argumentabamos que todo esto de la guerra en Libia no era más que un genocidio encuvierto cuyo único motivo era el afán de poder y de riquezas por parte de unos ambiciosos líderes mundiales que usaban a unos ignorantes e incultos mercenarios para que les hiciesen el trabajo sucio.
Muchos, con la cara desencajada por el miedo y la desesperación, han preguntado: ¿Es esto la Democracia?