¿Solidaridad o Postureo?

Publicado: 26 marzo, 2020 en Social
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Introducción

Con este título tan elocuente quiero introducir una reflexión acerca del comportamiento humano. En estos días hemos sido testigos de la gran cantidad de declaraciones públicas –de cara a la galería– por parte de empresas, instituciones, organismos oficiales, políticos y particulares. Pero, ¿qué se esconde detrás de todos estos gestos?

Causalidad y motivación, en el pensamiento histórico, la empatía histórica y la conciencia histórica, se nombran dos factores desencadenantes de procesos históricos; de hechos que darán lugar a otros hechos mediante una serie de fenómenos encadenados y ligados entre sí, pero de consecuencias impredecibles, aunque se pueden analizar de forma estadística y lógica. Estos factores son la «causalidad» y la «motivalidad«. El primero explica como un hecho trascendental ocurre debido a diversas causas o desencadenantes: por ejemplo, no se puede explicar la Gran Guerra sin las circunstancias anteriores como el Imperialismo o Colonialismo imperialista; la excesiva confianza en la tecnología del momento, en el desarrollo industrial (un claro ejemplo es el Titanic, 1912) y la creencia de que iba a ser una contienda corta y rápida, fácil de dirimir por parte de cada uno de los contendientes; las unificaciones de Alemania e Italia; la forma de autocracia persistente en muchos gobiernos; el incremento demográfico; la preponderancia de EEUU en América, y su incipiente influencia en el mundo; la lucha por los derechos civiles, laborales y políticos de una recién aparecida clase media; obras literario-científicas como el Capital (Marx, 1868) o el Manifiesto Comunista (Marx, Engels. 1848); catástrofes naturales como la erupción del Krakatoa (ya antes, en 1808 y hasta 1816 un volcán, el Tambora, había provocado una edad de hielo y oscuridad). Visto estos sucesos, ya entendemos lo que es la «causalidad».

La «motivalidad» la podríamos describir como las razones que mueven a un individuo por causas endógenos –que pueden estar provocadas por causas exógenas– a realizar ciertos comportamientos que provocarán hechos históricos de repercusiones imprevisibles y probablemente transmisibles. Por ejemplo: Hitler quería ser artista (no cupletista) y su sueño quedó truncado pues la academia de arte le negó la entrada al considerar que no contaba con las dotes suficientes para ello. Este hecho lo convirtió en una persona un tanto rara que buscaba protagonismo y vivir una fantasia; vamos, un friki en toda regla. Además, al haber vivido la Gran Guerra y sus consecuencias, parado, malviviendo, enfocó sus ansias de protagonismo y actuación hacia la política tratando de encontrar en el pasado, inventado, una gloriosa identidad y un destino superior. Esto condujo a miles de personas que pensaban y sentían más o menos como él, a radicalizarse y provocar lo que ya todos conocemos al buscar chivos expiatorios en otras etnias reales o imaginarias; así como la quema de obras en la llamada Hoguera de las Vanidades.

Lenin perdió a su hermano fusilado por haber tratado de atentar contra el orden zarista; además vio como algunos burgueses le negaban ayuda a su madre cuando quería visitar al hijo detenido. Estos motivos personales originaron su forma tan cruel y matemática de actuar.

Con esto creo que ya podemos entender lo que es la «causalidad» y la «motivalidad», así que ahora paso a centrarme en el objetivo de este artículo.

Postureo empresarial

Ayer recibí un correo electrónico por parte de mi compañía de telecomunicaciones, el correo decía que estaban trabajando y a disposición para que estuvieramos mejor conectados y mucho más seguros y todo con el hashtag #YoMeQuedoEnCasa

La cuestión es que hoy recibo una factura de esa compañía y resulta que me han subido la cuota de forma unilateral y sin comunicar nada previamente, un 30%. Claro, esto me afecta a mi solamente, puede ser, pero pone en tela de juicio si son solidarios porque lo propio hubiera sido hacer un descuento o algo similar para ayudar en todo este crítico proceso.

Por otro lado, los precios de artículos demandados se han ido incrementando, con lo cual (sí, ya se lo de «oferta y demanda») la solidaridad no se ve por ninguna parte. Además en las gasolineras, a pesar de que el petróleo está en mínimos históricos, no reflejan el descenso del precio del barril de crudo, o si lo hacen, es en una proporción muy limitada.

En los hogares

Cada tarde a las 20 horas peninsular de España o 19 horas en Canarias, la gente sale a aplaudir en balcones y ventanas, como si de una fiesta se tratara, pero lo más asombroso es que esa misma gente por la mañana se dedica a tener largas charlas en los portales rompiendo todo confinamiento.

Hay otras personas que se ofrecen para realizar las compras de vecinos, aduciendo que son muy solidarios tal como reflejan los medios, pero detrás de este comportamiento supuestamente altruista lo que se esconde es las ganas de protagonismo y de saltarse restricciones. Además hay otros que incluso se dedican a cobrar por pasear perros o realizar encargos.

En definitiva, desde políticos hasta banqueros (que a veces son lo mismo), pasando por limpiadores, operarios, albañiles o sanitarios, todos aprovechan el menor resquicio para sacar tajada. Si no lo creen, pregunten cuanto cobra un sanitario por las guardias; si no lo creen pasen por mi barrio y miren la cantidad de gente hablando en la calle; si no creen todo lo que he dicho, comprueben si su compañía de telecomunicaciones; de energía; de agua; o su casero; o el banco, les perdona o reduce los recibos en virtud de su capacidad económica. A que no, ¿verdad?

Además, siempre se ayuda a los que no necesitan ayuda: por ejemplo algunos restaurantes les ofrecían comidas a los sanitarios de forma gratuita; algunos hoteleros les ofrecen alojamiento gratuito; y por supuesto, los distintos gobiernos autonómicos y el central, se olvidan de las personas que no perciben un euro por causas ajenas a su voluntad, millones de parados de larga duración; gente que vio como le denegaban la beca al estudio por haber ganado más de 3.700€ en un año, como si con eso se pudiera vivir. ¡Vergüenza!

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